viernes, 5 de julio de 2013

Hepatitis vírica A

Artículo publicado en el periódico El Informe de David Vol. 3 No. 88 y 89 - Edición impresa.
Panamá-Chiriquí, viernes 5 y 12 de julio de 2013.
http://www.elinformedavid.com/
Por: Dr. Danilo Antonio Castillo G.

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Se conoce también como hepatitis infecciosa, hepatitis epidémica, ictericia epidémica, ictericia catarral, hepatitis de tipo A,  HA, etc.  La hepatitis es conocida desde los tiempos de Hipócrates, hace más de 2,000 años, con el nombre de icterus infeccioso; su naturaleza epidémica fue señalada desde el siglo VII, después de la cual se describieron grandes epidemias, tanto de poblaciones civiles como de militares, desde el siglo XV y particularmente en el siglo XX, durante la Primera y Segunda Guerras Mundiales.  En 1967 Deinhardt y colaboradores lograron transmitir con éxito la hepatitis a diversas especies de monos tití, y en 1971 demostraron convincentemente que era la cepa era del virus A.  Gracias a tales descubrimientos se pudo obtener el antígeno de la hepatitis A, lo que permitió a Feinstone y colaboradores, en 1973, descubrir el anticuerpo antivirus A.

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Su agente infeccioso es el virus de la hepatitis A, clasificado como un Hepatovirus de la familia Picornaviridae con un tamaño de 27 nanómetros (virus ARN con cordón positivo).




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Es de distribución mundial, presentándose en forma esporádica y epidémica.  En los países en desarrollo, los adultos suelen ser inmunes, y son raras las epidemias de hepatitis.  La enfermedad es más común entre los escolares y adultos jóvenes.  El principales reservorio son los humanos y, en raras ocasiones, los chimpancés. 


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Se transmite de una persona a otra por vía fecal-oral.  El agente infeccioso se encuentra en las heces.  Los brotes de infección que tuvieron una fuente común se han reportado de aguas contaminadas, alimentos contaminados por manipuladores infectados, ingestión de moluscos crudos o mal cocidos capturados en aguas contaminadas, y de productos contaminados, tales como lechugas y fresas.

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Los síntomas pueden aparecer de 15 a 50 días después del contagio, y la infectividad máxima ocurre en el segundo periodo de incubación y algunos días después de la ictericia (signo clínico producido por la acumulación de pigmentos biliares en la sangre, cuya señal exterior más perceptible es la amarillez de la piel y de las conjuntivas). Toda persona la puede padecer, pero la inmunidad después de la infección posiblemente dure toda la vida.  El comienzo de la enfermedad es repentino e  incluye fiebre, malestar general, anorexia, náuseas y molestias abdominales, seguidas en pocos días de ictericia.  La enfermedad varía desde la forma leve, que dura de una a dos semanas, hasta una forma grave e incapacitante de varios meses de duración.  En términos generales, la gravedad aumenta con la edad.

El diagnóstico se confirma por la demostración del anticuerpo de IgM contra el virus de la hepatitis A (IgM anti-VHA) en el suero de los pacientes con la forma aguda.  Dichos anticuerpos se tornan detectables de 5 a 10 días después de la exposición al virus.  Las pruebas epidemiológicas pueden apoyar el diagnóstico.

Entre las medidas preventivas:
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  • Educar a la población respecto a la higiene personal, en especial, al lavado meticuloso de manos y la eliminación sanitaria de heces.
  •  Tratamiento apropiado de aguas, contar con un adecuado sistema de distribución y eliminación de las aguas servidas (conocidas popularmente como aguas negras).
  •  Vacunar a todo persona de 2 años de vida y más antes de exponerse al agente causal, inmunizar a toda persona que viaje a zonas endémicas.
  • También plantear la posibilidad de aplicar la vacuna de hepatitis A en otras poblaciones expuesta a mayor peligro de infección, tales como los varones con actividad homosexual, usuarios de drogas inyectables, personas que trabajen con primates infectados o personal que trabaje con el virus de hepatitis A en laboratorios de investigación.
Al tener un paciente diagnosticado con infección por virus de hepatitis A, se debe notificar inmediatamente a la autoridad local de salud, eliminación sanitaria de sus heces, orina y sangre, realizar la investigación de contactos y fuentes de infección, etc.

El tratamiento de los enfermos con hepatitis viral aguda es propiamente sintomático y encaminado a permitir la evolución normal de la enfermedad que, habitualmente, tiende a la curación en el lapso de 6 a 7 semanas.

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Una de las grandes interrogantes del paciente diagnosticado con hepatitis viral aguda es su dieta… ¿Qué puedo comer?  Una buena dieta puede ayudar a regenerar las células del hígado afectadas durante la enfermedad. Uno de los objetivos en la dieta para las personas con Hepatitis es mantener una proporción adecuada de calorías y proteínas ingeridas.  Las calorías deben ser las suficientes para el buen funcionamiento del organismo, pero también deben ser controladas,  porque el exceso de calorías en forma de carbohidratos puede llevar a un mal funcionamiento del hígado y causar depósitos de grasa en el mismo.  A las personas que sufren de Hepatitis viral, sea crónica o aguda, por el malestar general, los vómitos y náuseas se les deben suministrar pequeñas raciones de alimentos varias veces al día.  En esos momentos, es conveniente la administración de alimentos de muy fácil digestión (jugos, puré de frutas, etc.).  Más adelante el enfermo podrá ir agregando a su dieta los alimentos que apetezca y tolere (caldos, infusiones, sopas, ensaladas, etc.),  hasta llegar paulatinamente a la alimentación normal.

Ante cualquier duda consulte a su médico, que es el profesional capacitado para su adecuado tratamiento.

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